Para empezar, dejemos claro el concepto de Biofilia, el cual significa: “el amor a la vida o a los sistemas que viven”, un concepto que, lejos de ser actual, se refiere a nuestro entendimiento de la naturaleza como hogar; no olvidemos que, fue en este contexto en el cual la mente y el cuerpo del Homo Sapiens evolucionaron, creando la base del hombre moderno.
A lo largo de miles de años de evolución, lo artificial ha ido sustituyendo a lo natural, sobretodo la arquitectura, la cual ha ido generando la barrera física entre lo natural y lo artificial. Pero no nos desviemos del tema, al hilo del anterior post referido a la neurociencia (una rama de la neurociencia que se dedica a analizar cómo los espacios influyen en nuestra mente.), el diseño biofílico trata de retomar esta idea de naturaleza y aplicarlo al diseño de espacios, es decir, pretende incorporar elementos de la naturaleza en espacios urbanos o interiores para evocar a la naturaleza con el objetivo de ayudar a que las personas se sientan mejor y conecten nuevamente con esto que el ser humano lleva implícito en su identidad.
El contacto con la naturaleza siempre genera bienestar, y no se trata de una opinión, la incorporación de plantas en la envolvente de su edificio puede aumentar su rendimiento térmico general, mientras que el diseño de espacios interiores verdes hará que sus habitantes sean más felices y más saludables. Estas son algunas de las afirmaciones provenientes de estudios recientes sobre arquitectura biofílica. Hemos evolucionado con y desde la naturaleza, por eso, por ejemplo cuidamos plantas en macetas, preferimos un paseo por el campo que por la ciudad, tenemos jardines, preferimos vistas a la montaña o al mar que a una calle, o simplemente nos relaja mirar un paisaje natural. (también todo esto se paga caro).
En definitiva, se trata de generar una arquitectura orientada a la felicidad, aportando positivismo, tranquilidad, calma, energía… Hasta el punto de que un ambiente sin naturaleza puede llegar a tener un efecto negativo en la salud, productividad y bienestar.

Los arquitectos tenemos nuestras herramientas, pero primero, hace falta entender que genera estas sensaciones en un espacio natural para aplicarlo a uno artificial preguntándose, por ejemplo, ¿Cómo huele? ¿Qué se ve? ¿Cómo es el espacio? ¿Qué sonidos vienen de él? ¿Colores? ¿luz? Y un largo etc.
La respuesta no siempre es tan clara. El diseño biofílico requiere controlar todas estas sensaciones y expresarlas físicamente en un espacio, si tuviéramos que escribir una lista de recursos con los cuales diseñar un espacio de esta índole probablemente nunca terminaríamos… Pero podemos intentarlo.
- Empezando con la presencia visual o no de naturaleza, la conexión visual a un sistema o procesos naturales: un árbol, una playa…
- Si no existe esta presencia visual, alguna sensación auditiva, táctil, olfativa, gustativa o estímulos que generan una deliberada situación natural, ayudan a generar un ambiente positivo.
- Sutiles cambios en la temperatura del aire, humedad relativa, ventilación con algún que otro flujo de aire, y las temperaturas suaves que imitan a la naturaleza.
- ¡El cielo! Luz cenital, vistas…

- Otro de los elementos más importantes que generan una amable conexión con la naturaleza es el agua, a través de la vista, oído e incluso por el tacto.
- La naturaleza genera formas aleatorias, modos de crecimiento o expansión que los arquitectos generamos en ocasiones, lo orgánico, una referencia simbólica al, modelado, texturas o patrones que existen en la naturaleza.
- Lo local. Una palmera en un jardín noruego… Es artificial.

Hay un largo etcétera, pero quizás interese más (sobre todo a dí de hoy) aportar otra mirada otra vertiente, el tiempo. Asegurar la presencia de estos elementos a lo largo del tiempo y preservarlos.
Si estos elementos los incorporamos al edificio de forma inteligente, por ejemplo en una cubierta o un cerramiento, además de proporcionar espacios amables y naturales, ayudan a reducir la huella del carbono (las diferencias entre la temperatura de la parte inferior de las láminas de techo de acero sin aislar y un techo verde pueden variar de 10.2 °C en invierno a 20.5 °C en verano.).
El material local y natural también influye positiva y directamente en la concepción dual de arquitectura y naturaleza. Como arquitectos en Córdoba, aplicamos en nuestros proyectos el conocimiento acumulado de generaciones pasadas. La casa patio andaluza es un ejemplo perfecto de integración de naturaleza dentro de la arquitectura.

El diseño biofílico de la mano de la sostenibilidad marcará la línea arquitectónica del futuro, y no solo aplicada a los edificios, las ciudades serán peatonales, más verdes, la movilidad será colectiva y eléctrica pero en fin, ese es otro tema que daría pie a otro post.

Para terminar, expondremos un caso de estudio. La Universidad de Oregón analizó un edificio de oficinas y obtuvo como conclusión que la arquitectura biofílica afecta directamente la tasa de ausentismo de los trabajadores.
El edificio que se estudió incluía el 30% de las oficinas que daban a árboles o un paisaje bien cuidado, otro 31% que da a una calle o un edificio y otro 39% de las oficinas se encontraban dentro del edificio, sin ofrecer vista alguna. Bien, pues el resultado fue que, aquellos empleados con vistas de árboles y/o paisajes tuvieron un promedio de 57 horas de baja por enfermedad al año, en comparación con 68 horas al año de baja por enfermedad tomadas por empleados sin vista. Aquellos con una visión urbana estaban a mitad de camino.
El estudio también tuvo presente los patrones de descanso de los trabajadores y descubrió que aquellos con vistas al paisaje se sentaban en sus escritorios por más tiempo, mientras que aquellos que no lo veían realizaban caminatas al aire libre y descansos más largos.
La arquitectura está evolucionando mirando al medio ambiente y a la naturaleza. Esta es, sin duda, la tendencia arquitectónica del futuro.